Terror en Sevilla

A finales del 2015, ad portas del año nuevo, cundió el pánico en Sevilla. La situación fue de verdadera calamidad pública. No se trató de alguna incursión guerrillera o de un alud en La Cristalina; fue de lejos peor….. SE ACABÓ LA CERVEZA EN EL PUEBLO!!!

Por algún lío administrativo en la cervecera, no hubo despachos de este precioso líquido a nuestro municipio y todo fue caos. La gente iba de aquí para allá con su rostro descompuesto por la incertidumbre. En las motos, parilleros con “petacos” vacíos a cuestas deambulando con desespero como en búsqueda de un tesoro perdido. Para esos días, aumentó el consumo del “nocivo” pintadito y las “letales” aromáticas en Casablanca y Palestina. La preciosa cerveza solo estaba en los carteles publicitarios y la angustia se apoderó de la población, Hombres deprimidos y esposas felices. Era toda una contradicción, todo era confusión.

Solo quedaban algunas unidades de Club Colombia en algunos lugares y no hubo más de otra. Era beberse las finas reservas o condenarse a la chicha de piña. El precio de repente subió y la canasta ya valía setenta mil. Se veía a los beodos escondidos tras las puertas de dos naves consumiendo el elixir de la cebada, y revoloteando sin éxito, a los gotereros de oficio. Esos que aunque el comprador tome Póker, siempre piden Club. 

Cuando ya las profundidades de la desesperanza se apoderaban de todo el pueblo, apareció un camión de Bavaria que descargó  algunas cajas en un local de La Concordia y todo fue fiesta, los borrachos vitoreaban, silbaban y aplaudían a esos redentores que enhorabuena salvaron de una asonada a toda una población. Honraron a estos héroes con corridos norteños que sonaron en equipos de sonido que los venden con carro y todo, tiraron voladores  esparcieron espuma….

Pero todo fue un espejismo, pronto volvería la sequía y el mal genio se apoderó de los rumberos. Las señoras oraban para que llegase más cerveza y volviera todo a la normalidad, tenían miedo. Hubo rumores de toque de queda y hubiera sido mejor porque…. Para que salir a la calle si no había cerveza que beber! 

Se especuló mucho sobre el tema y es que la sobriedad hizo que los hombres entraran en incoherencias. Decían por ejemplo que se debería construir un cervezoducto para evitar riesgos, que a futuro deberían hacerse construcciones subterráneas con reservas de cerveza, se dijo también, que las cantinas debían indemnizar con una ronda gratis a todos los borrachos fieles. En fin, la locura se volvió viral y cervezolandia colapsó.

El fin de año se nubló, la despedida del año viejo se hizo con algún grado de sobriedad y eso fue muy triste. Pocos fueron los tamales que se pudieron vomitar, la industria del Bon Fiest tuvo pérdidas incalculables. En horas en que normalmente se veían eufóricos a los cochosos, pasaban personas recién bañadas, en familia, comiendo helados o caminando de la mano con sus esposas. Era horroroso! Parecían imágenes de Popayán, tanto orden, tanta tranquilidad….. no parecía la tierra de Chabela o de  Panocho, fue vergonzoso, perdimos temporalmente la reputación de ciudad cantina.

Pero así como llegan las tempestades, también se fueron las tristezas. Se acabó la huelga en Bavaria y en Sevilla se volvió a escuchar a Ladrido Gómez y Jhony Rivera. El pueblo volvió a la normalidad, de nuevo los ríos de miaos corrieron por las calles y los envases quebrados adornaban otra vez el pavimento del centro. Bendito sea mi Dios, y yo que creí que el mundo verdaderamente se iba a acabar!!!!.

Por|  Oscar Humberto Aranzazu Rendón