SEVILLA LA NUESTRA
Los pueblos del mundo no es que sean olvidados por la mano de Dios. Lo que pasa es que a fuerza de ser olvidados por sus propios gobernantes, terminan siendo solo el rumiadero de tristezas por parte de su misma comunidad. A la primera persona que le escuche la palabra ESTOICISMO hace ya varias décadas, fue al nunca bien ponderado literato y bohemio Oscar Peláez.
Sevilla es una población estratégicamente ubicada sobre la cordillera central, pero políticamente pertenece al Valle del Cauca, uno de los más competentes departamentos de país. La caficultura ha sido el principal renglón de la economía, seguida por la ganadería, otros cultivos y otras actividades pecuarias. Eso lo hace un municipio básicamente rural. También es cierto que el consumo de licor es la fuente de ingresos de mayor éxito en el casco urbano y que de alguna manera la economía de Sevilla está ligada con el negocio de las bebidas.
Hasta ahí, una breve radiografía de la cosa económica del municipio. Pero la preocupación que hoy me asalta es la desidia comunitaria y la facilidad popular para agachar la cerviz. Pareciera ser que los sevillanos creemos que no somos capaces de navegar hacia otras vertientes. Los modelos económicos actuales difieren de la “parroquialidad” de criterio y la posición sumisa con que asumimos episodios que bien podrían llegar a ser la redención laboral y económica de muchos sevillanos.
Los eventos de los que aquí hablo, son las pocas grandes obras que demandan recurso humano, bienes y servicios que pueden ser abastecidos por el mercado local, como por ejemplo cuando se instalaron las redes de conducción, distribución y domiciliarias del gas natural, en donde al municipio llegó una legión de trabajadores foráneos, que vinieron, se instalaron, trabajaron y captaron los recursos, sin que ni las autoridades ni los pobladores reclamáramos con visión de local la ejecución de estas obras.
De la misma manera, empresas como Smurfit Cartón de Colombia, contratistas de obras viales, empresas no lugareñas contratistas del municipio, etc., hacen lo propio frente a la resignada mirada de los sevillanos, que vemos como inalcanzable pertenecer a una empresa grande o ser protagonistas en las grandes decisiones de desarrollo del municipio.
A quien le duele?.. A quien le importa?.. Debemos conformar un frente común con sentido de pertenencia y sin miedo escénico para reivindicar para los sevillanos, todas las posibilidades laborales y de suministro de bienes y servicios, a la hora de afrontar nuevos proyectos, como el que se espera con la construcción de la hidroeléctrica sobre nuestro río Bugalagrande por parte de la EPSA.
El proyecto hidroeléctrico, no contó con el municipio ni siquiera para la formulación de los estudios ambientales y hasta ahora la información se sigue manejando de manera hermética sin realizar mayor socialización sobre los impactos y la generación de empleo que ofrecerá la empresa electrificadora.
Sevilla posee profesionales multidisciplinarios en todas las ciencias del saber, en su mayoría sub empleados o sin empleo formal. Las pocas oportunidades laborales para estos sevillanos, son fuera de de la región o se circunscriben al Ente Municipal y eso que no siempre se surten estos cargos con oriundos de este pueblo.
La consigna es que de ahora en adelante, si una empresa llega con proyectos, hay que apoyarla y todo lo que necesiten “se lo tenemos” y si no “se lo conseguimos” pero volver a sentarnos en el parque de la concordia viendo pasar carros de otros municipios, cargados con trabajadores de otros municipios…… No señor, ya esta bueno. Por eso debemos refrendar la frase del maestro Peláez, quien libró una solitaria batalla contra la siembra de pinos en Sevilla, una vez mirando pasar la gente desde el bar Real Madrid dijo…. “estoy cansado del estoicismo de estas gentes”.