Triste dibujo sevillano

En estos días Tuluá fue escenario de la última monería de un tierno artista, otro  caso más de un joven sevillano asesinado, que no encontró en su pueblo la respuesta a sus inquietudes artísticas y culturales. Al que nuestro municipio no le dio el espacio para hacerse locutor o unas tablas para crecer como actor de teatro. Víctima  después, de la estrategia de hacer invisibles a las personas con problemas de adicción para evitar atenderlas.

Sevilla no cuenta ni con estrategias ni políticas ni sitios, para la prevención y mucho menos la atención a personas consumidoras de sustancias psicoactivas.  Otro factor, es tal vez, que a causa de ser Sevilla un municipio receptor como ninguno, de personas foráneas en situación de indigencia, ya  pasan inadvertidos nuestros muchachos que hacen carrera en las drogas y terminan habitando la calle.   Si el caso de "fosforito"  no nos hace reflexionar sobre lo que estamos viendo y viviendo en nuestro municipio, es porque a lo mejor, la indiferencia se apodera de a poco de los corazones de los sevillanos, por aquello de la supervivencia propia sin mirar a los lados.

Hasta ahora, la única intervención que se ha hecho para el "control" de los habitantes de calle, es asesinarlos y esto no es nuevo; es una práctica tradicional y escabrosa. Recordemos el asesinato de la negra "chorola", del risueño y pacífico "Arturito",  el mellizo protector de los perros,  los dos indigentes que dormían en las escalas de una lujosa vivienda en la calle 49 y hace poco, el personaje conocido como pum púm.  A la miseria humana hay que eliminarla, si; pero con atención, con inclusión  a la productividad y ante todo con educación de calidad desde la primera infancia por parte del estado.

En todos hay culpabilidad, pero fundamentalmente en la familia. Un llamado también, a esos hombres que fueron capaces de bajarse los pantalones para concebir un hijo, pero que fueron inferiores para amarrárselos a la hora de responder con  afecto, empoderamiento de padre y acompañamiento económico para hacer de ese hijo, un hombre de bien para la sociedad.  No existe razón alguna que justifique el abandono de un hijo, no hay disculpas que cubran la vergüenza de eludir la responsabilidad mas sagrada. Los hijos deben estar por encima de todo en la vida y no se trata solo de estar bajo el mismo techo sin compartir más que eso,  sin verles crecer  el alma, sin ser cómplices y confidentes. El abandono tiene muchas formas, pero un solo destino cruel para quien lo sufre.

No se cual haya sido el caso de “fosforito”, pero son muchos los jóvenes que por Sevilla deambulan ante la mirada indiferente de una sociedad mojigata, no pocos son  también, los que con algún problema psiquiátrico, han terminado de enloquecer a causa del matoneo de los ignorantes que los acorralan hasta que lloren, griten o lancen piedras.

La cantidad de niños y jóvenes en condición de abandono que hay en Sevilla es incontable. No es por capricho la prostitución temprana de niños y niñas, el consumo de sustancias alteradoras o la incursión precoz a la delincuencia. Necesitamos hacer un frente común, donde protejamos nuestras más valiosas semillas, la niñez y  juventud sevillana.

A los educadores también les cabe una responsabilidad importante. Probablemente es el sistema que los obliga a mirar a los niños y jóvenes como cifras y no como seres humanos o más bien es la forma retrógrada de impartir educación. Cerrar las puertas del conocimiento a los jóvenes, es asesinarles el futuro. Devolver un estudiante que además llega con el estómago vacío porque sus únicos zapatos son de un color diferente al del uniforme, es decirle que la pobreza no merece ser reconvertida, es excluirlo por su condición.  La deserción escolar es inmensa. Nadie atiende este fenómeno y no se tienen en cuenta los casos de hijos de trabajadores agrícolas que cambian constantemente de domicilio y el sistema no los acoge con su cobertura regional.

A nivel educativo hay otro factor, el sistema no permite o la vocación se acabó, como para darse a la tarea de descubrir talentos, de incentivar la creatividad o la inventiva. Es mas, aquellos estudiantes que son capaces de controvertir y de ir más allá del currículo, son segregados y manejados como “conflictivos”. Esto a mi juicio es cercenar la capacidad de liderazgo que tanta falta hace por estos días en nuestra patria. Hay muchas formas de alejar de las aulas a un estudiante y lanzarlo a la calle, castigar una llegada tarde devolviendo al alumno sin mediar diálogo, es contribuir a que las fauces de la calle se abran y lo devoren mas rápido, porque volver a casa a veces les resulta peor.

Quiero decir con esto que la educación ya no es tan cálida y humana, el esquema estricto de observación de los manuales de convivencia, en su mayoría supra legales, convirtieron al divertido espacio del colegio en una sala de audiencias permanente. A los niños que llegan por primera vez al bachillerato, ya no se les acompaña en esa nueva etapa para eliminarles el pánico escénico que generan los nuevos espacios.  Todo son reglas, y no digo que se debe vivir sin reglas pero….. el apego absurdo a ellas es tal, que en uno de nuestros colegios, el estudiante con mayor puntaje ICFES no pudo graduarse, porque tenía deudas académicas con el sistema. Hacen repetir y repetir años al punto que el muchacho, al verse físicamente mas grande que los demás, se siente ajeno y opta por desertar del sistema, sin que algún directivo intente disuadirlo o le haga una visita domiciliaria para procurar su reincorporación.

Caer a las calles es muy fácil, mas aún en un municipio donde las oportunidades laborales son escasas, hay ausencia de programas sociales para jóvenes, la oferta académica profesional es mínima o costosa, el campo está deprimido y la politiquería tiene una espuela cada vez mas larga. La proliferación de mendigos e indigentes en Sevilla, se ha convertido en un problema social a gran escala, sin embargo, hay programas de manejo que cuentan con el aporte de la nación, solo es cuestión de voluntad política.

Si a los habitantes de calle los vamos a tratar como basura….entonces no les digamos desechables! Pensemos en ellos como recuperables…igual que ciertos elementos descartados, pero reincorporados a un proceso.

ALERTA!!!! Hay un par de jóvenes nuestros que ya están deambulando por las calles, principalmente en La Concordia y todavía no han llegado a esos puntos sin retorno. Hagamos algo, para no tener que escribir mas notas de pésame a familias sevillanas.

“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.”
Pablo Neruda
Por: Oscar H. Aránzazu R.
Gestor Social y Ambiental
PETROAMBIENTAL