Dos multitudinarios desfiles se
tomaron nuestras calles en el mes de diciembre. El desfile con motivo del
triunfo de un equipo de fútbol colombiano y el ya consabido desfile de “los
años viejos”.
El primero de ellos se destacó
por la ingesta de licor y ante todo por las altas velocidades de carros y
motos. No se justifica que por cuenta de la euforia que despierta el triunfo,
la celebración se convierta en un episodio peligroso para quienes participan en
el y para los desprovistos peatones que se lo encuentran. Es maravilloso que un
equipo de fútbol de nuestro departamento se alce con el trofeo nacional, pero
vale la pena reflexionar sobre la forma de celebrar. En este día se presentó un
accidente que pudo haber sido de consecuencias mayores. Amigos fanáticos del
fútbol, sería interesante crear una especie de comité organizador y coordinar con
las autoridades las rutas y la seguridad en ellas. Esta organización enaltece
el nombre del equipo ganador de turno y de las personas que como “hinchas” lo
representan.
El desfile del treinta y uno de
diciembre merece un capítulo completo. Muchos adjetivos le caben a esta
bochornosa y retrógrada comparsa. La costumbre de estrenarse la pinta el 31 se
acabó, el temor se apoderó de muchos pobladores, ese día es un día peligroso y
la ciudad queda vestida por basura, estiércol, huevos podridos, aceite quemado,
harina, manteca usada, cal, desperdicios de animales y toda suerte de
porquerías que la perversa inventiva de los bárbaros concibe.
Los muñecos que representan el
año vejo ya son lo de menos, todos se preparan para la “embadurnada”; imágenes
degradantes se ven por todas partes, el consumo de licor en los vehículos
también está en primer orden. Las fachadas de quienes no participan, sufren las
consecuencias, aquí no se respetan edades, discapacidades o atuendos. La sana
costumbre de celebrar la llegada del año nuevo en familia ha sido alterada por
las manifestaciones violentas del desfile de los “años viejos”.
Y…. que decir de la bofetada al
raciocinio, en una fecha donde todo el mundo debería tener una mesa bien
vestida y dispuesta con ricas viandas de bienvenida al año nuevo. Fecha en la
que muchas de las familias sevillanas acuestan a sus hijos con la desnutrición
que les dejó el año viejo y a la espera del hambre matutina del 01 de enero.
Pero la harina y los huevos con los que miles de niños hubiesen podido comer
tortillas en la cena de año nuevo, fueron lanzados desde los camperos sin
compasión por la pobreza.
Este reventón, resulta no menos
que una burla para quienes en cabeza de los cultores que llevan mas de treinta
años, sembrando sensibilidad artística y disciplina por las diferentes
manifestaciones culturales, a través de eventos importantes como el festival
Bandola, o conciertos instrumentales de cámara, que han posicionado a nuestro
municipio como poseedor de una comunidad culta y educada.
El mismo alcalde actual,
representa por sí mismo la decencia y las buenas maneras, pero la
permisibilidad para que la barbarie se tome a Sevilla en el último día del año
desdice de esa imagen que le conocemos.
Hubo situaciones tan particulares
ese día como personas lanzando desde los carros, elementos a la fuerza pública.
Presencia de objetos como tripas de animales, tinta y otros claramente lesivos.
No olvidemos, que en Neiva este año, una joven de 22 años quedó totalmente
invidente, porque le lanzaron una bomba que contenía agua con cal y en Sevilla
ya hubo un caso similar hace varios años en donde una persona perdió la visión
en uno de sus ojos.
La propuesta concreta desde esta
columna es PROHIBIR definitivamente este desfile anual y mas bien programar en
la plaza pública algún evento que se compadezca con la altura que se le debe
dar a la fecha y que verdaderamente represente a esta llamada “capital de la
cultura”….. o sumarse hasta fin de año con la encomiable labor de dar
alegría a los desposeídos, que cumple “canciones urgentes”
Como punto rescatable en esta
navidad, fue el buen control sobre la pólvora y su consecuente repercusión en
las cifras de quemados. Entonces…. Si pudimos contra la pólvora, porque borrar
con el codo el treinta y uno, lo que se hizo con la mano en todo diciembre?
Por: Oscar H. Aránzazu Rendón