Quien pierde el año?

 Gran parte de la nutrida normativa colombiana se imparte de manera diferencial, dependiendo las conveniencias, los dolientes o los intereses.

Este año se está estrenando el decreto 1290 de 2009. A la Ministra de Educación, se le ocurrió que el decreto 230 de 2002 había que derogarlo; hasta ahí, todo muy bien. Dicho decreto fue lapidario en términos de calidad de la educación, ya que se pasó de un cierto equilibrio aunque cuestionable de todas maneras, al colmo de la más grande desmotivación por la competitividad académica. Los muchachos se acostumbraron a nadar sobre aguas tranquilas durante todo el año y a hacer una apuesta al final para no “caer” en el 5% de mortandad académica que rezaban los límites permisibles de la norma.

La cuestión es que bien pudo haberse aplicado este nuevo decreto, acompañado de talleres continuados de inducción a la norma, para toda la comunidad educativa. Por otra parte, también pudo haberse aplicado de manera gradual en exigencia, con acompañamiento, hasta llegar al piso de dos áreas perdidas y no más de allí, para poder ser promocionado al grado siguiente como quedó establecido. Eran mucho unos tres años de transición?

Otro asunto por analizar, es que el método de calificaciones es nuevo, la norma en sí también lo es y lo que hace mas compleja la situación, es que hay una nueva legión de maestros sin formación pedagógica, amén de los concursos inventados por el gobierno, para someter y depurar al magisterio. Histórico opositor y natural crítico del régimen.

Es necesario también hablar del tema de la administración de la justicia. Quienes mejor afrontaron la aplicación del nuevo decreto fueron los profes de vieja guardia. Esto no quiere decir, que a algunos de ellos no les hayan brillado los ojos con semejantes herramientas en las manos, que utilizaron con la mayor severidad para hacer sus propias purgas y su cacería de brujas. Lamentablemente en el sistema, aún algunos personajes se desvinculan del verdadero norte del asunto, en donde se debe poner en la balanza los esfuerzos de muchos padres de familia y la realidad sobre los diferentes estados de la educación, en donde un estudiante controversial e inquieto, es señalado simplemente de conflictivo. A veces, muchas veces, esos estudiantes son los más brillantes profesionales.

Hoy, salió el gobierno a lanzar un “salvavidas” para evitar la pérdida masiva del año escolar, orientando a los docentes para que otorguen nuevas oportunidades a los estudiantes. Esto me parece un poco más coherente con las políticas gubernamentales en aras por evitar la deserción escolar.

En conclusión, el sector de la educación es un ratón de laboratorio, en donde se ensayan metodologías y con el que se hace alquimia. Allí, los maestros ocupan mas tiempo asimilando nuevas disposiciones legales, que profundizando en temas tecnológicos o científicos. Con respecto a los padres de familia, ni hablar; para este importante componente, la situación de inestabilidad es peor, porque son pocos los casos en donde al interior de los hogares existe el conocimiento suficiente para orientar y coadyuvar al alumno en su desempeño.

Quiero dejar varias inquietudes:
De los que pierden el año, cuantos retornan a las aulas?
A cuantos les retirarán su apoyo en casa?
Cuantos se ampararán en la droga, la delincuencia o el alcohol?

Por último quiero recalcar, que la calidad en la educación es cuestionada permanentemente por todos, es la de mayor veeduría; hasta los iletrados se atreven a criticar. Ningún otro sector es tan cuestionado. Pero esta vez, será que con la pérdida masiva del año escolar, como producto de un cambio súbito, sin planeación; se eleva la calidad de la educación en Colombia?

Educar es serio, no se puede dar bandazos, no se puede lesionar el futuro de manera semejante. Con seguridad, habrá un impacto importante en el desarrollo individual de los jóvenes y en la productividad del país a mediano plazo.