o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota rubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...”
León de Greiff
No se si por la consabida inventiva de los cultores de la derruida casona contigua al estadio o si el desespero o la rabia, o que demonio o Dios los empujó a recaudar chécheres donados, para bendecirlos y venderlos en un mercado de pulgas, pero el caso es que a eso se vio obligada La Casa de la Cultura, a falta de presupuesto para su supervivencia.
La escena del montaje callejero se vio romántica pero de alguna manera triste por el propósito que los impulso a tal empresa. Es hora de hacer un acto de reflexión y pensar en soluciones definitivas. Si es preciso, hagamos un balance que bien vale la pena para el recuerdo de tantas mentes ingratas.
Desde la creación de la Fundación Casa de la Cultura, esta edificación orgullo de los sevillanos, ha sido escenario de los mas grandes eventos culturales, allí han encontrado su espacio los empresarios, los visitantes ilustres, los acontecimientos trascendentales, pero además de esa labor social y del usufructo público, lo mas importante es el resultado en la formación artística y cultural de miles de jóvenes sevillanos, que en esta Casa, hallaron una alternativa para el desarrollo de sus potencialidades y sus habilidades, en un municipio que no cuenta con programas serios recreación y deporte ni mucho menos de escenarios. Es esa misma vertiente cultural la opción que han tenido los sevillanos para capacitarse en pintura, música, danza, teatro y muchas otras expresiones, con resultados importantes en la formación con calidad integral como artistas y como seres humanos con capacidad de disentir y aportar a la verdadera construcción de una mejor sociedad.
No es precisamente por las bebetas del parque o por el número de cantinas o por las ventas de la industria de licores o de Bavaria en Sevilla, que nos han tildado como capital de la cultura en el Valle del Cauca. Tampoco es por los programas gubernamentales en beneficio de la cultura, ni mucho menos por el presupuesto que se destina para el sector cultural por parte del municipio. No hay que pensarlo mucho para entender que la Casa de la Cultura y otros promotores culturales han logrado posicionar a nuestro municipio en este contexto. No es gratuito que Sevilla sepa escuchar música clásica en actos solemnes con las mejores sinfónicas o que el jazz tenga seguidores en este pueblo del informal eje cafetero.
Pareciera ser que para algunos la Casa de la Cultura es vista como un botín por conquistar. Los ataques recurrentes que ha sufrido su estoica directiva han sido desde varios flancos. Tal vez su carácter independiente por su condición de ONG es el motivo para tal voracidad. Pero que sería de esta institución si formara parte de la administración municipal? Está claro que se manejaría por cuotas politiqueras y la dirección le correspondería en esa repartición a uno de los muy ilustres y cultos Concejales cada vez y los cupos para las clases de ballet o pintura se darían como se hace con los cupos del Sisbén o familias en acción.
Invito a mis lectores a conocer de primera mano esta Institución, no por mal dadas referencias sino como lo digo, de primera mano. Acérquense al Centro Municipal de Memoria, contemplen las exposiciones en los diferentes salones, pregunten por los programas y consulten las estadísticas históricas en formación artística, recorra los pasillos y visite las oficinas. Deguste un buen tinto aunque si trae una librita de café serviría de mucho.
NO ES JUSTO! Bajo ningún punto de vista que paguemos con tanta mezquindad social y político administrativa, las gestas de esta institución que le ha arrancado a las calles y sus tentáculos, a tantos y tantos jóvenes para formarlos como mejores seres humanos y a través de alguna disciplina lograr derrotar en muchos casos la desocupación y el vicio en nuestra población.
Lo del mercado de pulgas se puede leer como un grito de auxilio de estas personas buscando salvar no solo las paredes destruidas o el techo agujereado, sino también la permanencia misma de la Casa, antes de claudicar ante los apetitos politiqueros por cambiar su naturaleza.
Hago un llamado a la Administración Municipal y al Concejo para que direccionen los dineros requeridos mínimamente para su funcionamiento. Llamo también a los sevillanos que se hallan en la población y en otras latitudes para que contribuyan generosamente con esta causa.
Con el mercado de pulgas, que creo que será permanente en las instalaciones de la Casa, debe culminar la búsqueda por la supervivencia, porque esta situación deberá superarse lo antes posible. Quien iba a creerlo, el grupo Bandola y demás directivos y colaboradores, terminaron protagonizando a “Chuchito el Reciclador”. Me incluyo en el paquete de vergüenza colectiva que debemos tener…..
“Ya viene, ya viene
Chuchito, el reciclador
recogiendo tarros viejos
papel, botella y cartón
Ya viene, ya viene
recogiendo pa' vender
las basuras que otra gente
va dejando en el andén”
Fragmento “Reciclador de Sueños”
Grupo Bandola